Para nacer lloraste
derramada en mis pupilas,
eternidad de horizontes
a mis ojos aventada.
Arribada al iris como a una isla
tan heroica y en calma,
como alas de un pájaro
que no volaba,
hasta unas manos que de no asir nada
estaban furiosas.
Llegaste brisa
de amazona dorada
para seguir tu viaje,
pues al fin te quedaste
para siempre en mí.
derramada en mis pupilas,
eternidad de horizontes
a mis ojos aventada.
Arribada al iris como a una isla
tan heroica y en calma,
como alas de un pájaro
que no volaba,
hasta unas manos que de no asir nada
estaban furiosas.
Llegaste brisa
de amazona dorada
para seguir tu viaje,
pues al fin te quedaste
para siempre en mí.
Francisco Pemar.