Viento dulce.

 

Enredada en todo
lo que antes de ti fue nada.
En el albor de tu blanca luz
se bañan mis ojos a ti debidos.
Mi insaciable sed de tus sueños,
de horizontes en tu pelo
de noches y de estrellas,
recorre senderos
en tu piel de luna clara,
señalando mi sino 
de flores inesperadas.
Instantes fugitivos que el alma llena,
para en un beso eterno
inevitablemente,
quedar varada. 

                          Francisco Pemar.