Ensayo sobre El amor, publicado con dibujo en "Liberemos las palabras", invitado por Karina Miñano.

   Aceptando yo este reto propuesto por mi amiga Karina Miñano para hablar de un tema a mi libre elección, he decidido arriesgarme y dar un triple salto con tirabuzón y doble pirueta. Algo que a nadie se le haya ocurrido: El amor. ¿Es original hablar de amor? Cuánto se ha escrito sobre el universal tema y jamás dejará la fuente de echar agua fresca sin final, desconociendo de dónde sale tanta agua para abastecer a una población tan incalculable y heterogénea... ¿Qué es el amor? ¿Lo que muestra la poesía de alguien a quien Cupido atravesó con su flecha sin compasión y vierte sentidos versos salidos de su alma? Científicamente, física y química; filosóficamente, el afecto, la bondad y la compasión; en las religiones, lo más cercano a Dios. Toda disciplina tiene una respuesta sin discusión y cada individuo preguntas hasta el infinito. ¿Qué cosa no se habrá estudiado más? ¿De cuál vertido más ríos de tinta?... ¿Amar hasta la locura? ¿Querer a alguien hasta el infinito? ¿Tener una conexión tan férrea que sea imposible romper? ¿La cesión del yo y entregarse para vivir por otro con otro y para otro? ¿Y los celos? ¿La pasión? ¿El sentimiento que llega como si jamás nadie lo hubiera tenido antes? El amor eterno, el prohibido, el conveniente, el comprometido, el incondicional... La posesión, los celos, la traición, la locura y hasta la tragedia. ¿Qué tanto por ciento tiene el componente sexual si obviamos la opción platónica? Naturalmente más en la juventud, aunque la edad para enamorarse sea la certeza más incierta... ¿Y el desamor? ¿Sigue siendo amor? ¿Cuándo, cómo y por qué se desenamora alguien? ¿Es posible? Y llega la tragedia y hasta la muerte por amor sin entender de condición social ni cultural, sufrimiento que el tiempo cura a algunos y a otros los enferma y de qué manera, como si de una abstinencia se tratara. Algo tan complicado y tan sencillo como querer y tan necesario como respirar para el más pintado, aunque espere incauto en su incredulidad. El amor... ¿Literatura? ¿Realidad? ¿Idealiza al otro ser? ¿Hasta dónde podríamos llegar disertando y analizando sus causas y efectos? ¿Es prerrogativa únicamente del ser humano? Hablamos por supuesto del amor romántico, de la palabra latina que conocemos y que sabríamos decir en tantos idiomas. ¿Desde cuándo ese sentimiento acompaña a la humanidad? ¿Es igual en toda época? ¿Amaban nuestros ancestros más lejanos? ¿Cómo lo hacían? ¿Quién no ha dibujado un corazón o soñado con su amor ideal? ¿Y en una pareja quién ama más de los dos? ¿Es posible que ambos sientan por igual esa fuerza interior que les atrae con tan apasionado sentimiento? ¿Cómo se reconoce el amor cuando llega? ¿Estamos preparados para amar? ¿Podría una pareja que se rompe tras amarse con pasión terminar en amistad? Quizá no es tan fácil como una amistad pudiera terminar en amor. Sin duda todos podemos hacerlo en algún momento de nuestra vida y tendríamos una versión. Desde Adán y Eva, primera pareja en la tierra para la religión, Sansón y Dalila... Shakespeare lo abordó en su famosa tragedia de Romeo y Julieta (159..., él con veinte años y ella con trece), donde unos jóvenes con la oposición de sus familiares (Capuletos y Montescos), deciden unirse en la muerte antes que vivir separados. Marco Antonio y Cleopatra (Político militar romano y la última reina de Egipto), que se quitaron la vida por amor, inmortalizada también por William Shakespeare (1623). Juana "La loca" y Felipe "El hermoso", y cómo no, los amantes de Teruel, pasando por Don Quijote de la Mancha y su amada Dulcinea del Toboso, pretexto para sus locuras, (Cervantes 1605), y por romances tan reales como tormentosos, como el de Frida Kahlo, la famosa pintora mexicana, con el también pintor Diego Rivera. Infinidad de parejas que representan símbolos fáciles de identificar con el amor más exacerbado, interminables. Y se dan amores menos tormentosos de parejas que se unen y construyen una familia sin que pasen por ello a la historia, y que no deja de ser amor, aunque el fuego se apacigüe con los años, repartiendo su cariño entre sus descendientes. El amor, ah, el amor, con sus vaivenes. Nada se le puede equiparar. Dicen que el amor es ciego y sin más lazarillo que el corazón, la razón pasa en ocasiones a un segundo término sin que a veces las consecuencias sean las más sensatas. ¿Acaso los sensatos no se enamoran?, pero ¿dónde termina la sensatez? Difícil medirlo. No hace falta estar loco para enamorarse, ni enamorarse para tener un grado de locura. ¿Es la medida del amor, amar sin medida, como dejó escrito el monje cisterciense francés, Bernardo de Claraval refiriéndose a Dios? Lo que se hace por amor está más allá del bien y del mal como aseguraba Friedrich Nietzsche? O ¿El amor no tiene cura, aunque sea la cura para todos los males como nos cantó Leonard Cohen? Hay una media naranja esperándonos en algún lugar y mencionando a Gabriel García Márquez: "Recordar es fácil para el que que tiene memoria, olvidarse es difícil para el que tiene corazón". Platón sentenció (c427-347 a.C.): "Donde reina el amor sobran las leyes".

                                                                                                                                Francisco Pemar.